Enseñando la mejor teoría: la práctica en la Dirección y Administración de Empresas de hoy en día
Se ha dicho en alguna parte que hoy la persona culta es la que está dispuesta a aprender durante toda su vida. Podríamos adaptar esta afirmación al mundo de los negocios y decir que la persona empleable o competitiva va a ser la que se forme de manera permanente durante toda su vida profesional.
En los últimos veinte años se ha ampliado el número de personas que cursan un MBA como complemento de sus estudios de grado en ingeniería, economía, derecho, humanidades y otras disciplinas académicas.
Formarse en Estrategia, Marketing, Finanzas, Operaciones, Recursos Humanos y Análisis del Entorno Económico, como se hace en el MBA de la Cámara de Comercio de Valencia, ha sido una puerta de entrada a puestos directivos para muchos graduados, licenciados y diplomados que uniendo su experiencia a todo ello podían ascender en sus organizaciones o cambiar a otras en mejores condiciones laborales. A veces, incluso ha sido el primer paso para comenzar su propia aventura empresarial.
El efecto que esa adquisición de conocimientos, técnicas y aptitudes en los directivos y cuadros medios españoles ha tenido en la economía nacional, y la responsabilidad que todo ello ha tenido en el éxito económico de nuestro país sería casi objeto de una tesis doctoral. Pero a mi juicio creo que algo ha tenido que ver.
Antes de la aparición de los MBA, y de la decisiva contribución de las Cámaras de Comercio y las Escuelas de Negocios a la difusión de los conocimientos y técnicas de gestión empresarial, la única opción para adquirir formación de ese tipo era la Universidad. Y esto era un problema por varias razones:
- En primer lugar había que cumplimentar todos los requisitos de acceso a la misma. Algunos de lo cuales eran inalcanzables para hombres de empresa destacados, pero que no habían recibido educación secundaria.
- Alcanzar un título requería realizar de 3 a 5 cursos académicos, algo que resultaba excesivamente arduo compaginar simultáneamente con el trabajo.
- El método de enseñanza y examen era el viejo sistema medieval del tú me cuentas y yo te lo repito, basado en la memorización, no en el desarrollo de la capacidad de análisis, diagnóstico y toma de decisiones. La única decisión que aprendías a tomar era cuándo te ponías a estudiar el libro o los apuntes.
- Los programas académicos a veces quedaban un poco desfasados en relación con la rapidísima evolución del mundo empresarial. Esos programas los elaboraba el Ministerio correspondiente, y todos sabemos que la velocidad de actuación de un Ministerio es diferente a la velocidad de actuación de las empresas y a la velocidad de los cambios que se producen en el mercado.
- Los profesores de Universidad eran casi siempre sólo eso: profesores. Casi nunca había una experiencia directa y diaria en el mundo de la empresa, y en algunos casos nunca la había habido.
Ante este panorama, no es de extrañar que la opción universitaria no fuera en muchos casos realmente una opción, como tampoco es de extrañar que ante la necesidad de saber y de conocimientos acerca de cómo dirigir y gestionar empresas, apareciera finalmente una alternativa que cubriera esa necesidad ampliamente sentida.
Desde la Cámara de Valencia hemos querido contribuir a la difusión, extensión y acercamiento de las mejores y más recientes técnicas de gestión y dirección de empresas; y de hacerlo a un coste razonable. Queremos contribuir a la mejora de la calidad de la dirección empresarial en nuestra tierra, a la mejora y al crecimiento de la economía nacional, y a que la Comunidad Valenciana tenga un motor económico, ese motor que haga que las cosas vayan hacia delante, que haya futuro para las personas y las familias.
Porque si hay empresas y las empresas van bien, la población prospera y crece. Hay más oportunidades para todos y en todas partes. Las personas se sienten optimistas sobre su futuro; tienen recursos para enviar a sus hijos a estudiar, comprar una casa y tener una jubilación cómoda y segura. También ofrece la oportunidad de devolver tales ganancias a la sociedad de formas muy importantes, no sólo pagando más impuestos, sino también mediante donaciones de tiempo y dinero a causas que uno considere dignas. Pero el comienzo de todo ello se halla en empresas saneadas y bien dirigidas.
Quiero hacer desde aquí una llamada a la creación de valor, tanto desde el punto de vista empresarial como personal. La prosperidad de nuestro país depende de su capacidad de crear valor; la prosperidad de nuestras empresas depende de su capacidad de crear valor; la prosperidad nuestra y de nuestras familias depende de la capacidad que cada uno de nosotros tenga de crear valor a nivel personal.
Eso significa, entre otras cosas, hacer, realizar, crear o imaginar algo por lo cual el mercado esté dispuesto a pagar, y ofrecérselo, bien sea en el seno de una empresa o creando nosotros nuestra propia empresa.
Para crear valor hay que prepararse, capacitarse técnicamente, estudiar, leer, documentarse, pensar. También es conveniente tener creatividad para imaginar nuevos productos y nuevas formas de ofrecer los de siempre; pensar cómo satisfacer nuevas necesidades o cómo satisfacer necesidades ya satisfechas de nuevas maneras.
En cualquier caso, tendremos que ser capaces de ponernos en el lugar del cliente y adivinar cómo piensa, cómo percibe, cómo siente o cómo hará todo eso en el futuro.
En algún lugar he leído que sólo un dos por ciento de las personas pueden trabajar sin ninguna supervisión.
Me gustaría pensar que entre los beneficios de estudiar un MBA como el de la Cámara de Valencia contribuimos a formar personas que pueden trabajar sin ninguna supervisión. Personas que tengan la energía básica para iniciar y sostener la acción que traduzca la intención en realidad. Que puedan construir castillos en el aire... y poner los cimientos después. Es decir, empresarios.
Director Académico del MBA Executive de la Cámara de Valencia